“Sé que cuando publique este post me sentiré mucho más loca, excesiva y fuera de mí que en estas últimas semanas. Que una sensación extrañísima estremecerá mi cuerpo, como cada vez que te siento dentro mío, que mi deseo te recibe y exige al tuyo que me hagas perder todo control, toda medida, toda razón. Estamos totalmente trastornados. Cada vez que veo cómo tu avatar me la mete en la boca, como te retuerces de placer, cómo te derramas en mí, como jadeas cuando me penetras por cada uno de mis orificios, cuando me pregunto cómo nos animamos a esto, una bestial felicidad me nubla y delira.
Ya sabes, cuando nací mamá y papá ya estaban separados. Y los nueve años que nos distancian y que seas el mayor de nosotros, te atrapó muy temprano como el tesoro de mis fantasías más secretas. De a poco, fui convenciéndome que mi sospecha era real: me querías de una forma muy diferente a la que se aman los hermanos. Pero los tabúes nos dominaron: sé que jamás olvidaremos tu furia cuando a los 16 intenté meterme en tu cama.
Ahora te tengo. Eres mío y sólo mío. Aunque sea virtualmente, no importa. Aunque vivamos en distintas ciudades. Lo que experimentamos es real. Sé que cada vez que embistes contra mí te delira mi humedad, que desde estas proyecciones digitales nuestras puedo envolverte con esta pasión que ya no tiene contención. Que hoy lo sepan todos. Me pone aún más cachonda. Me vuelve todavía mas rara. Hermano y amante: ni siquiera este software es ahora una barrera”.